Esta es una receta muy sencilla para todos los que os iniciáis en el maravilloso mundo de los cupcakes. La textura del frosting es ideal para trabajarlo con manga y el sabor suave a vainilla admite todo tipo de toppings sin que le reste protagonismo a la base. Os animo a que los probéis y os divirtáis decorando estas delicias.
Para la base:
125 gr. de mantequilla a temperatura ambiente.
125 gr. de azúcar.
2 huevos M.
125 gr. de harina de trigo.
7 gr. de levadura química.
1 cucharadita de esencia de vainilla.
3 cucharadas de leche entera.
Para el frosting:
325 gr. de azúcar glas icing.
250 gr. de mantequilla a temperatura ambiente (lo mejor es que la saquéis unas horas antes de usarla, ya que si la calentáis en el microondas podéis derretirla muy fácilmente y el frosting no adquirirá la textura adecuada).
2 cucharadas de leche entera.
Una cucharadita de esencia de vainilla.
Colorante en gel.
Preparación de la base
Precalentamos el horno a 180ºC arriba y abajo.
En un bol, ponemos la mantequilla y la batimos con unas varillas hasta obtener una textura cremosa. Añadimos el azúcar y seguimos batiendo hasta que esté bien integrado.
Añadimos los huevos y seguimos batiendo.
Añadimos la mitad de la harina y la levadura tamizadas sin dejar de batir. Cuando estén los ingredientes bien integrados, incorporamos la leche con la esencia disuelta y finalmente añadimos el resto de la harina con la levadura.
(Aquí voy a hacer un inciso. Si queréis, en vez de usar una esencia artificial, podéis usar leche hervida con una vaina de vainilla. Eso sí, cuando la incorporéis a la mezcla debe estar fría). En un molde para cupcakes ponemos papeles para madalenas y llenamos con la masa hasta los tres cuartos de su capacidad. Horneamos unos 20 minutos o hasta que al pinchar con un palillo salga limpio. Lo sacamos del horno, lo dejamos reposar unos 10 minutos en el molde y después lo sacamos y lo dejamos enfriar en una rejilla. No hay que decorar hasta que la base se haya enfriado del todo, sino se bajaría el frosting.
Preparación del frosting
Batimos la mantequilla con unas varillas hasta que adquiera una textura cremosa.
Añadimos la mitad del azúcar glas tamizado y mezclamos hasta volver a obtener una crema. Añadimos la leche con la esencia disuelta y batimos hasta que este bien integrado. Incorporamos el resto del azúcar sin dejar de batir hasta obtener la textura deseada.
Si queremos darle algún color, añadimos unas gotas de colorante en gel y batimos hasta que el color sea homogéneo, momento en el que dejaremos de batir, ya que si batimos de más podemos estropear la textura del frosting.
Ponemos en una manga pastelera y dejamos volar la imaginación.