La «culpa» de este bizcocho la tiene mi intento de cambiar la marca de muesli del desayuno. Estaba en el super y vi un paquete de muesli de medio kilo de oferta (a mitad de precio del que compro habitualmente) y pensé «con lo que han mejorado los muesli seguro que está bueno y además ahorro». Pues bien, malo es poco, es algo así como comer cartón mojado, en resumen, incomible. Como no me gusta tirar comida le busque otros usos, con yogur mejora algo, y se me ocurrió usarlo para hacer un bizcocho para seguir disfrutando de los beneficios de los cereales y además, como dice Mary Poppins «con un poco de azúcar pasará mejor».
Mes: julio 2014
Mousse de ciruela
Por un extraño motivo, las mousses y yo, no acabamos de «cuajar» (je,je,je), pero con la llegada del calor, yo erre que erre, las sigo preparando. Esta en especial es muy sencilla (hasta a mi me sale) y es refrescante y ligera. Cuanto más maduras estén las ciruelas menos azúcar le pondremos a la mousse para que no quede excesivamente dulce y además es rica en fibra.
Tartaleta de frutas y crema de limón
«Había una vez, hace mucho tiempo, un rico mercader que viendo que su única hija ya tenía el futuro económico asegurado, decidió casarla por amor. Para ello anunció que convertiría en su hijo político al hombre que fuera capaz de traerle una receta que representara perfectamente al amor verdadero.
El primero en llegar fue un gran príncipe que vino acompañado de un espectacular pastel ricamente adornado, relleno de chocolate y merengue, y elaborado por el repostero más famoso de su corte.
– Esta es la idea que yo tengo del amor – dijo el príncipe.
– O sea – dijo el mercader tras probarlo – dulce, empalagoso, superficial y que se puede comprar con dinero.
Y tras esto fue rechazado.
Llego después un aventurero que había viajado por toda la tierra y por fin había decidido sentar cabeza. Con el traía unas galletas de color rojo pasión y fuertemente especiadas y compradas en la india que debido al viaje se habían resecado.
– Esta es la idea que yo tengo del amor – dijo el viajero.
-O sea – contesto el mercader tras probarlas – picante, ardiente y apasionado pero que se estropea con el tiempo.
Y tras esto fue rechazado.
El último en llegar fue el pastelero del pueblo que llevaba años enamorado en secreto de la hija del mercader y decidió probar suerte con una receta de su invención.
– Así es el amor que yo siento por su hija – dijo el pastelero.
– O sea – dijo el mercader tras la amalgama de sensaciones que inundo su paladar – Dulce y a la vez amargo, untuoso pero ligero, refrescante y hecho con tu esfuerzo, es decir, perfecto en su sencillez.
Y así el pastelero se caso con la hija del mercader y se creo la receta del lemon curd (crema de limón).»
Bueno, lo confieso, me he inventado la historia, pero después de probarla, ya me diréis si esta tarta no es para enamorarse.