Crema Pastelera.

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Con la llegada del buen tiempo y el ligero aumento de las temperaturas entran ganas de disfrutar del aire libre y tomar el sol. Pues bien, en mi mini balcón no toca el sol en todo el día. Luz sí que entra en casa, pero sol, nada. Pero no dejaremos que eso nos desanime y hemos plantado un mini huerto urbano esperando que crezca algo. Eso es una prueba de fe y esperanza, como lo es hacer una crema pastelera para rellenar que salga bien y sea lo suficientemente espesa para trabajarla con manga, a la primera jajaja. Pues bien, con esta receta es posible, así que, en unos quince días, espero ver nuestros primeros brotes de cebollino, rúcula y pepinillos.

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Leche frita.

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Será que el estar confinada da más tiempo para pensar o que mi estado melancólico al mirar por la ventana mientras llueve me ha retrotraído al pasado. Quizás el ver encerrada en casa a mi hija que lleva veinte días sin salir y la energía le sale por las orejas. O puede ser el haber rescatado fotos antiguas mientras ordenaba unas estanterías que se habían convertido en un trastero. O quizás todo ello.

La cuestión es que hoy he recordado cuando de pequeña veraneábamos en el pueblo e íbamos a buscar leche a la lechería. Paseando una media hora de ida y otra media de vuelta, cargados con la lechera, correteando por un camino de tierra mientras el sol estaba bajo. Íbamos a por la leche con la tarde avanzada porque sino hacía demasiado calor para que el paseo resultara agradable. Acostumbrada a comprar la leche en brick del supermercado, el ritual del verano me parecía algo que casi rozaba lo mágico.

Ahora es cuando tengo que confesar que odiaba esa leche. No me gustaba nada la nata que se formaba al hervirla, ni el olor, ni la textura, ni el sabor, por mucho que mi madre se esforzará en disimularlo con cacao en polvo o azúcar. Parece mentira como algo que me trajo tantos disgustos de pequeña, mi madre se empeñaba en que la bebiera sí o sí, puede convertirse en un maravilloso recuerdo de adulta.

Y vosotros, ¿tenéis recuerdo de algo que detestarais de pequeños pero ahora recordéis con añoranza?

Y recordando he llegado a la leche frita que preparaba mi abuela. Os recomiendo que la preparéis con leche fresca para conseguir una cremosidad inigualable. !Qué aproveche!

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Bizcocho de naranja y chocolate (sin azúcar) con Thermomix o sin.

Bizcocho naranja y chocolate sin azúcar

Empiezo esta receta con un poema que ha compuesto mi hija de nueve años. Me ha parecido muy ilustrativo de la situación actual jajaja.

Hay humanos en mi casa.

Hay humanos en mi casa

y no me dejan descansar,

me molestan con su risa

y no se van ni a trabajar.

Llevan muchos días sin salir

y ya empiezo a estar harta,

¡Qué se vayan!, les he intentado decir,

pero no me entienden porque soy una gata.

Carlota.

Y ahora a por el bizcocho. No subo recetas para Thermomix porque ya hay muchas en las redes y quiero que mis recetas las pueda hacer el máximo de personas posible. También he de deciros que si no tenéis Thermomix podéis hacer la receta siguiendo los mismos pasos y usando la batidora. Continuando con las recetas sanas, os propongo este bizcocho que es delicioso, jugoso y realmente sorprendente para no llevar azúcar. Además es muy sencillo. Partiremos de la base de un bizcocho de yogurt dándole nuestro toque personal. Ya me diréis qué os parece.

Por cierto, este fin de semana prepararé una receta con azúcar porque me ha recordado mi hija que «una vez al año no hace daño» 😉 Eso y que quiere leche frita.

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Pudín de chía.

Pudín de quinoa

Y seguimos con recetas dulces sin azúcar.

Hoy os quiero recomendar un documental llamado «Fed Up», lo podéis ver en YouTube. Ahora que tenemos tiempo creo que es un buen momento para reflexionar sobre como comemos y si enseñamos a comer correctamente a nuestros hijos. La alimentación repercute directamente sobre nuestra salud, así que creo que es un tema que deberíamos tomarnos muy en serio. Seguro que os sorprende la cantidad de azúcar que consumís diariamente sin ser conscientes. Cada uno debe elegir libremente lo que come, pero siempre disponiendo de toda la información posible, para poder decidir en consecuencia.

Ya me diréis que os ha parecido el documental 😉

Y ahora vamos a por la receta de hoy que es superfácil. El pudín de chía lo podéis usar como postre pero también como merienda o desayuno y se puede enriquecer con los ingredientes que más os gusten añadiéndolos justo antes de su consumo: frutos secos, dátiles, pasas, fruta fresca…

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Tortitas de manzana.

Tortitas de manzana.

«A ti, manzana,
quiero
celebrarte
llenándome
con tu nombre
la boca,
comiéndote.»

Fragmento de «Oda a la Manzana» de Pablo Neruda.

La manzana ha tenido gran protagonismo en nuestra cultura desde siempre. Aparece en la Biblia como fruta de la sabiduría con la que la serpiente tienta a Eva. En cuento infantiles como Blancanieves en el que se utiliza la manzana para envenenar a la protagonista. Como musa frutal de Isaac Newton. Robin Hood parte una manzana colocada en la cabeza de un amigo con la cabeza vendada. En la mitología griega aparece como fruta de la discordia.

Le hemos dedicado poemas, como el de Pablo Neruda con el que encabezo esta entrada.

Adivinanzas:

«A esta fruta se la culpa y fue culpa del demonio, pues comieron de su pulpa los del primer matrimonio»

«Somos verdes y amarillas, también somos coloradas, estamos muy buenas asadas y también sin estar cocinadas»

En nuestro refranero se dice: «no hay cosa más sana que cada día una manzana» y la ciencia lo ha corroborado confirmando los beneficios de su consumo habitual:

  • Tiene mucha fibra y efecto saciante. Perfecta para cuando estamos de dieta.
  • Cuida de nuestro corazón al tener flavonoides (una sustancia que evita que el colesterol se adhiera a las paredes de nuestros vasos sanguíneos) y potasio (combate la hipertensión y evita la retención de líquidos).
  • Su consumo retrasa la absorción de la glucosa en el intestino con lo que ayuda a regular los niveles de azúcar en sangre.

Y que deciros de su uso en cocina, esta no es la primera vez ni la última en la que la utilizaré en una receta.

Pero, ¿queréis que os revele el verdadero secreto de su éxito? Pues es el ser irresistiblemente deliciosa.

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Natillas de plátano y boniato.

Natillas de plátano y boniato.

En este momento difícil e incierto que nos está tocando vivir las cocinas se han convertido en un refugio. En las redes sociales ves fotografías de personas que entretienen a los niños cocinando, de recetas que muchas veces desechamos porque requieren demasiado tiempo en su elaboración, de personas que cocinan por primera vez, recetas tradicionales recuperadas, recetas para hacer frente a la falta de algún ingrediente y así retrasar un poco el momento de ir a hacer la compra… Entonces, cocinamos más y quemamos menos, porque nuestra actividad física se ha reducido considerablemente (por mucho que haga ejercicio en casa os aseguro que no puedo igualar la intensidad de un día cualquiera en mi vida normal).

Después de esta reflexión me he puesto manos a la masa y he empezado a hacer una serie de recetas fáciles, ligeras y sanas, sin azúcar, sin mantequilla y con harinas integrales, que nos permitirán darnos dulces caprichos sin remordimientos.

La primera receta es de natillas de plátano y boniato. Os recomiendo que batáis los ingredientes justo en el momento de consumir porque el plátano se oxida. Otra opción sería añadirle un chorro de limón antes de batir el plátano y el boniato.

Mucha salud y muchos ánimos.

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Brownie al microondas

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«Dicen que una vez un periodista le pregunto a Albert Einstein si podía explicar de forma sencilla su Teoría de la Relatividad.

-¿Podría usted antes explicarme cómo hacer un huevo frito?- le contesto Einstein.

-Por supuesto – dijo el periodista que seguidamente paso a explicarle el proceso.

-Muy bien – le dijo el premio Nobel cuando acabó – Ahora vuelva a explicármelo como si yo no supiera que es un huevo, ni una sartén, ni el aceite.»

Y no es que pretenda explicaros la Teoría de la Relatividad, porque dudo que yo misma la entienda del todo, pero después de la temporada que he pasado no dudo que el tiempo es relativo. Dice el supuesto básico de la Teoría de la Relatividad que la localización de los sucesos físicos, tanto en el tiempo como en el espacio, son relativos al estado de movimiento del observador. Pues debe ser que he estado moviéndome mucho y mientras para vosotros han pasado tres meses yo he estado sólo una semana sin escribir, jajaja. Resumiendo, que se me había tragado un agujero negro pero ya he regresado y con más novedades que nunca (porque no publicaba pero no he salido mucho de la cocina 😉 )

Vuelvo con una receta fácil, que no necesita horno y deliciosa.

PD: ¡Cómo echaba todo esto de menos!

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Panellets

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Los «panellets» son el postre típico de la Castañada, junto con las castañas y los boniatos, que se celebra la vigilia de día de todos los Santos. Son unos pastelillos pequeños cuya base es el mazapán al que añadimos diversos ingredientes para darles el sabor y aroma tan característicos. En los últimos años se han ido sofisticando las formas y los sabores pero yo, llamadme nostálgica, sigo prefiriendo el «panellet» más tradicional, el que se hace en casa, con los ingredientes más básicos y disfruta después toda la familia con una copita de vino dulce :).

Hoy no os voy a desvelar la receta secreta de «panellets» que atesora mi familia pero comparto una receta que da muy buen resultado jejeje.

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Pastel de calabaza

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«Cuenta una antigua leyenda irlandesa que hace muchos, muchos años, vivió un hombre apodado Stingy Jack debido a su reputación de tacaño y a decir de muchos embaucador y aficionado a la bebida. Con dichas virtudes Jack no tardó en ganarse un gran número de enemigos y la fama de ser una persona tan malvada que podría rivalizar con el mismísimo diablo.

Una noche de difuntos, Lucifer, decidió acudir a visitar a Stingy Jack para corroborar lo que se decía de él y de ser cierto llevárselo al infierno. Para ello se disfrazó de hombre normal y fue a buscarlo a la taberna donde estuvieron hablando y bebiendo jarras de cerveza hasta que el demonio comprobó que la fama del hombre no era inmerecida y le reveló su identidad. Lejos de asustarse Stingy decidió celebrar el encuentro invitando al diablo a una última jarra de cerveza pero al ir a pagar ninguno de los dos tenía dinero. Como era un gran embaucador logró convencer al diablo para que se convirtiera en moneda y así poder pagar las consumiciones. El demonio le concedió su último deseo pero en vez de pagar, Stingy Jack, se guardo la moneda en el bolsillo junto a una cruz de plata para que el demonio no pudiera recuperar su forma original. Muy enfadado, el diablo, ordenó a Jack que lo liberará a lo que él se negó a menos de que le prometiera que se iría y no le volvería a molestar por un año. El diablo acepto el trato y así lo hizo.

La noche de difuntos del siguiente año el demonio se presentó en la casa de Stingy Jack dispuesto a llevarse su alma al infierno. Jack accedió gustoso a irse con él pero le preguntó si podría rogar una última voluntad. El demonio accedió y Jack le pidió una manzana que estaba todavía colgando del árbol. Lucifer subió para cogerla pero antes de que tuviera tiempo de bajar Jack grabó una cruz en el tronco del árbol y el demonio volvió a quedar atrapado. En está ocasión, a cambio de liberarlo, Jack pidió que no lo volviera a molestar en diez años y que nunca volviera a reclamar su alma para el infierno. El demonio, derrotado, acepto el trato y se volvió por donde había venido.

Cuando Jack murió (debido a su mala vida mucho antes de los diez años) su alma subió al cielo pero fue detenida en las puertas por San Pedro que le negó la entrada debido a las malas acciones que llevó a cabo en vida. Bajó hasta los infiernos pero también allí le fue negada la entrada debido al trato que hizo con el demonio, y éste lo expulsó de su reino condenándolo a deambular por los caminos alumbrándose con un nabo hueco en cuyo interior puso un carbón encendido, única luz que guiaría su vagar entre los reinos del bien y del mal.

Stingy Jack pasó entonces a ser conocido como «Jack of the Lantern» (Jack el de la linterna) y más adelante se abrevió como «Jack O’Lantern». En sus inicios, las linternas se hacían con nabos pero cuando los inmigrantes irlandeses llegaron a América conocieron las calabazas, mucho más grandes y fáciles de vaciar, por lo que muy pronto sustituyeron a los nabos.»

Y este es el origen de las calabazas talladas de Halloween o así me lo han contado 😉 En la decoración de este pastel he contado con la inestimable colaboración de la minichef que decidió realizar una bruja removiendo el caldero para poner en el centro. Al final de la receta os dejo una foto del resultado. Dentro de unos años tengo una artista y no es porque sea su madre jajaja.

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