Por fin han terminado las obras de rehabilitación de mi fachada y han quitado el andamio. La luz a vuelto a entrar a raudales en mi comedor y por primera vez en todo el verano hemos podido cenar en el balcón. ¡Qué largas han sido estas obras! Empezaron a finales de junio y lo que iba a ser un mes y medio se han convertido en tres. Pero ya se han acabado los ruidos y el polvo y hemos podido plantar un pequeño (pequeñísimo) huerto urbano. Hemos plantado cogollos, cebollas, zanahorias y rábanos con más ilusión que experiencia y ahora a esperar a ver que recolectamos. Con comerme una zanahoria plantada por nosotros ya estaré encantada (eso si superan la curiosidad y el exceso de regado de mi hija). ¡A ver cuando subo una receta con ingredientes plantados por mi!
Pero bueno, vayamos a lo nuestro. Segunda receta con moras. El tono rosado de la crema de mantequilla lo conseguimos gracias al color de la mermelada de moras, así no necesitamos usar colorantes. Para la base he utilizado moras congeladas de las que recogí el otro día. Si habéis recolectado muchas moras lo ideal es congelarlas, aunque una vez descongeladas no conservan la textura y lo mejor es usarlas para hacer batidos o cocinarlas (tartas, mermeladas). Para congelarlas las lavaremos y las dejaremos secar durante un par de horas. Después las pongo en bolsas o en tupper en pequeñas cantidades (yo congelo unos 100 gr.) y cuando queramos usarlas simplemente las sacaremos del congelador y dejaremos que se pongan a temperatura ambiente. De esta manera podemos disfrutar de este delicioso fruto por más tiempo.